martes, 15 de septiembre de 2015

Fahrenheit 451, recomendación literaria que remueve conciencias

Hoy estaba leyendo un artículo (The real reason we need to stop trying to protect everyones feelings) en el que el autor comentaba un pasaje de Fahrenheit 451 del Ray Bradbury. 
 

El pasaje del libro me pareció brillante, en él Capitan Beatty le dice al protagonista.


—A la gente de color no le gusta El pequeño Sambo. A quemarlo. La gente blanca se siente incómoda con La cabaña del tío Tom. A quemarlo. Escribe un libro sobre el tabaco y el cáncer de pulmón ¿Los fabricantes de cigarrillos se lamentan? A quemar el libro. Serenidad, Montag.Líbrate de tus tensiones internas. Mejor aún, lánzalas al incinerador,[...]-
De momento no hemos empezado a quemar libros, pero sí es cierto que todo lo que se escribe o dice pasa un filtro de lo políticamente correcto y socialmente aceptable, y si no lo pasa es arrinconado y olvidado. Al principio este filtro se limitaba a que lo que se decía y escribía no constituyera un delito, que no llamara a la violencia. Pero ese filtro se ha ido refinando y el nivel de tolerancia cada vez es menor. Nos ofende todo.
El filósofo griego Epicteto dijo: "Si alguien tiene éxito en provocarte, sé consciente de que tu mente es cómplice en esa provocación". Nuestra mente reacciona ante lo que oímos, leemos y vemos, y nosotros somos los responsables de esa reacción. Dependiendo de como hayamos entrenado nuestra mente esta responderá a los estímulos de una forma u otra, cuanto más estrictos sean nuestros esquemas, más agresiva va a ser nuestra reacción. 
¡Ojo!  nostros nos sentimos ofendidos por las palabras de X pero ese X no puede sentirse ofendido por las nuestras porque tiene que ser tolerante, porque si nosotros nos sentimos de una determinada manera todo el mundo debe entenderlo y aceptarlo, pero nosotros no tenemos por qué aguantar las tonterías de los demás. Os contaré un secreto, la capacidad de ofender es bidireccional y para los demás sus cosas son tan importantes como para nosotros las nuestras.

Con esto, lo que estoy intentando decir es que antes de coger la antorcha y la horca al grito de "¡brujería! ¡Quememos a los brujos!" nos paremos a pensar hacia dónde nos puede llevar eso y entrenemos nuestras mentes en el noble arte del pensamiento flexible, en el análisis del contexto, en la tolerancia de verdad y en el sentido del humor.

Os dejo algún pasaje más del libro.

Has de comprender que nuestra civilización es tan vasta que no podemos permitir que nuestras minorías se alteren o exciten. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué queremos en esta nación, por encima de todo? La gente quiere ser feliz, ¿no es así? ¿No lo has estado oyendo toda tu vida? "Quiero ser feliz", dice la gente, ¿no lo son? ¿No les manenemos en acción, no les proporcionamos diversiones? Eso es para lo único que vivimos, ¿no? ¿Para el placer y las emociones? Y tendrás que admitir que nuestra civilización se lo facilita en abundancia.
¿Qué es más facil de explicar y más lógico? Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios y creadores, la plabra "intelectual", claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser. Siempre se teme lo desconocido. Sin duda te acordarás del muchacho de tu clase que era excepcionalmente "inteligente", recitaba la mayoría de las lecciones y daba las respuestas, en tanto que los demás permanecían como muñecos de barro, y le detestaban. ¿Y no era ese muchacho inteligente al que escogían para pegar y atormentar después de las horas de clase? Desde luego que sí. Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro. Entonces todos son felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de la lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma. domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No los resistiría ni un minuto. Y así, cuando, por último, las casas fueron totalmente inmunizadas contra el fuego, el mundo entero (la otra noche tenías razón en tus conjeturas) ya no hubo necesidad de bomberos para el antiguo trabajo. Se les dio una nueva misión, como custodios de nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y justo temor de ser inferiores.
Me despido recomendando encarecidamente que no dejéis escapar la oportunidad de leer "Fahrenheit 451", es una lectura que merece la pena. Feliz día caminantes.

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