miércoles, 23 de septiembre de 2015

Las inferencias o el arte de rellenar lo que no sabemos con lo que imaginamos

Esto es algo que sucede cada día, oímos una suceso, vemos una escena y casi automáticamente nos montamos una historia sobre lo que ha pasado, el clásico "a mi me parece que lo que ha sucedido es..." Muchas veces no sabemos toda la información de un hecho, pero eso no nos detiene para sacar nuestras conclusiones, lo que no sabemos con certeza lo suplimos con imaginación y luego contamos nuestra versión de los hechos. Es como las películas esas en las que pone "basado en hechos reales" en las que detallan hasta los pensamientos de los protagonistas. Los guionistas no podían saber en qué pensaban esas personas, pero eso no les detiene ni les supone ningún problema, un poco de imaginación y arreglado.
Esta manera de rellenar huecos se llama inferencia. Se trata de deducir más información de la que realmente puede obtenerse de los datos disponibles llegándose a conclusiones que no necesariamente son reales. Las inferencias nos sirven para dar sentido a la información fragmentaria, para que la historia tenga consistencia y sea completa. Vamos a hacer un ejercicio, imaginad que estáis en una cafetería, de pronto entra apresuradamente una persona y va a la cocina a hablar con alguien allí. Desde donde estáis no podéis oir lo que dicen, pero se ve que están gesticulando mucho, hablando rápido y una de ellas empieza a llorar y sale corriendo. ¿Qué ha pasado? 

Unos dirán, seguro que son pareja y uno de los dos ha sido infiel, otros dirán algo malo ha pasado y se lo están comentando, otros, que conocen de muy buena tinta a los dos y que ya habían observado cosas raras antes, dirán que es la amante que le está exigiendo que rompa con su pareja. Y así podríamos seguir hasta el infinito, porque hay tantas versiones como personas. Y es que cada uno vamos a suplir la falta de información en función de nuestras creencias, valores, experiencias pasadas, prejuicios, etc. Vamos a proyectar una parte de nosotros mismos en esa historia, la vamos a hacer nuestra.

Estas versiones de la historia que nos hacemos son una fuente enorme de conflictos. Porque no sabemos pero creemos saber. Por ejemplo, nuestra pareja anda un par de días despistado y sin escuchar mucho y no sabemos por qué, pero nos lo imaginamos, y nos escribimos una película digna de un Óscar y vamos a discutir porque sabemos lo que está pasando y nos lo está ocultando. 

Tenemos que ser muy conscientes de que todos hacemos inferencias y, en la medida de lo posible, tenemos que evitarlas. El mejor remedio contra las inferencias es preguntar, un simple "¿qué ha pasado?" nos puede evitar problemas mayores. Pero cuidado, que tampoco hay que someter a la gente a un tercer grado; sí a preguntar no a interrogar. Feliz día caminantes.

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